Isaías 1:2-4, 18

INTRODUCCIÓN: Se supone que el capítulo uno de Isaías fue el primer discurso público del profeta. Lo hizo en los atrios del templo. El método que usaban los antiguos profetas era muy distinto al que emplea el predicador o escritor moderno. Hoy en día los predicadores preparan sus sermones al amparo de una surtida biblioteca. Los profetas de la antigüedad se dirigían a los lugares públicos y aparecían en forma sorpresiva ya en los atrios del templo, ya en las plazas, ya en las entradas de la ciudad, y allí en aquellos lugares concurridos descargaban con gestos y ademanes dramáticos, y con verdadera vehemencia, lo que Dios ponía en sus corazones para que lo dijeran. Después escribían todo lo que recordaban haber dicho, no como una serie de lógicos discursos, sino con toda la dramática irregularidad con que los habían pronunciado.

El capítulo uno fue un sermón predicado por el profeta Isaías. Dentro de la situación caída en que se encontraba el pueblo de Israel, Isaías distinguió: “Cuatro Males”.

I. El pecado de la rebelión: “Crié hijos, y los engrandecí y ellos se rebelaron contra mí” (v. 2)

A. Después de haberlos colmado de favores y bendiciones, “se rebelaron contra mí”.

1. “Los saqué de la tierra de Egipto donde eran esclavos”.

2. 2Los hice cruzar el Mar Rojo, separándoles las aguas”.

3. “Les dí agua de la peña y maná del cielo”.

4. “Les entregué una tierra como posesión permanente, la cual estaba habitado por gigantes y con ciudades amuralladas”.

5. “Sin embargo, ellos se rebelaron contra mí”.

B. “Rebelión” significa: sublevación consciente y obstinada, indocilidad tenaz, oposición, resistencia a algo.

C. Un caso típico de las Escrituras es Absalón, hijo de de David:

1. Príncipe por ser hijo del rey.

2. Favorecido desde su infancia.

3. Pero le declara una guerra a muerte a su mismo padre.

D. Muchas veces el creyente peca por medio de la rebelión; Dios le perdona sus pecados, sana sus dolencias, suple sus necesidades, pero se niega a hacer su voluntad.

II. El pecado de la insensatez: “…Israel no entiende, mi pueblo no tiene conocimiento” (v. 3).

A. Israel había perdido el elemento indispensable que hace sabias a las personas: El temor a Jehová. Por eso dice el Salmo 111:10 “El principio de la sabiduría es el temor a Jehová”.

B. Cuando el Señor Jesucristo terminó el Sermón del Monte dijo: “Cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato” (Mt. 7:26).

C. Israel era una nación que había tenido patriarcas, jueces, profetas, reyes que les enseñaban la Palabra de Dios, pero no quisieron entender ni alcanzar conocimiento.

D. ¿No es este el caso de muchos creyentes que a pesar de tener años en la iglesia, no adelantan en el conocimiento de las cosas de Dios?

III. El pecado de la provocación: “…provocaron a ira al Santo de Israel…” (v. 4).

A. Con frecuencia, el pueblo de Israel provocaba a Dios, lo tentaba, lo desafiaba. Actuaba en forma temeraria de tal manera que invitaba a Dios para que usase su rigor.

B. Por eso dice el Salmo 78:40,41: “¡Cuántas veces se rebelaron contra él en el desierto, lo enojaron en el yermo! T volvían y tentaban a Dios y provocaban al Santo de Israel.

C. Muchas veces la manera de vivir del cristiano, su conducta, negocios, son temerarios: son una directa provocación a la ira de Dios.

IV. El pecado de la apostasía: “Dejaron a Dios… se volvieron atrás” (v. 4).

A. Apostaría significa literalmente: “colocarse fuera de”.

B. Uno que apostata se coloca fuera de la gracia de Dios.

C. Israel había tenido a Dios, ahora lo estaba perdiendo; había caminado hacía adelante, ahora hacía atrás, había estado arriba, ahora estaba abajo; todo esto era apostasía.

V. ¡El remedio!

A. Desde el versículo 2 hasta el 17, Isaías ha estado predicando un fustigante sermón al pueblo, pero llegó el momento que no pudo seguir exhortando: ¡fue entonces cuando la voz increpante se torna misericordiosa! “Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueran como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueran rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana” (v. 18).

B. Algo similar le pasó al Señor Jesús en el capítulo 11 de Mateo, cuando condenó a las ciudades de Corazón, Bestsaida y Capernaún: “¡Ay de ti, Corazón! ¡Ay de ti, Bestsaida!... Capernaún, que eres levantada hasta el cielo, hasta el infierno ceras abatida”. Después de estas palabras fuerte, el Señor se conmueve y concluye su mensaje, diciendo: “Venid a mi todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mt. 11:28).

C. En el capítulo 23 Mateo se registran las severas acusaciones que Cristo hizo a los escribas y fariseos; públicamente los reprende, pero después se conmueve y exclama: “Jerusalén, Jerusalén, que mata a los profetas y apedreas a los que son enviados, ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de sus alas, y no quisiste!” (v. 37).

D. La grande lección de este capítulo es que no importa la condición caída, derrotada en que se encuentre la persona, si vuelve a Dios, su vida cambia:

1. Jacob fue un suplantador, hasta que tuvo un encuentro con Dios; desde el momento que luchó con el ángel su vida cambió: de suplantador vino a ser: “el que prevalece con Dios”.

2. David tuvo una grande caída, pero cuando se volvió a Dios, éste le perdonó.

3. Sansón perdió sus fuerzas por causa del pecado, pero cuando clamó a Dios, él se las restauró.

4. Pedro negó al Señor, pronunciando blasfemias, pero cuando lloró arrepentido, Cristo le perdonó.

5. El Hijo Pródigo malgastó la parte de la haciendo de su padre que le correspondía; vivió perdidamente, pero cuando tuvo hambre y frío, y decidió regresar a la casa de su padre, el padre lo recibió.

6. Job maldijo el día de su nacimiento, pero cuando Dios se le apareció, exclamó: “De oídas te había oído: más ahora mis ojos te ven” (Job 42:5).

CONCLUSIÓN: El Salmo 113:7,8 dice: “El levanta del polvo al pobre, y al menesteroso alza del muladar, para hacerlos sentar con los príncipes de su pueblo”.